Presidente masones de México: forjadores del Templo republicano


Guadalupe Victoria (1824-1829) Con la espada flameante de la recién conquistada independencia, este primer presidente y masón yorkino cimentó los pilares del Estado mexicano. Su logia fue el taller donde se forjó el ideal federalista, enfrentando sequías económicas y rebeliones, mientras firmaba el decreto de abolición de la esclavitud y consolidaba una nación que aprendía a caminar entre escombros y esperanzas.

Vicente Guerrero (1829)

Hierofante de la libertad y masón yorkino, selló con su sangre el principio de igualdad al decretar la abolición de la esclavitud. Su breve gobierno fue un rapto de luz liberal en el caos postindependentista, un testimonio de que los ideales masónicos pueden —y deben— traducirse en actos de justicia tangible para los más vulnerables.

Antonio López de Santa Anna (11 períodos entre 1833-1855)

Masonería y poder se entrelazaron en su figura contradictoria: iniciado en ritos yorkinos, después abrazó el rito escocés mientras el país se fracturaba. Su legado es un espejo oscuro del uso político de la fraternidad: centralismo, pérdida territorial y una lección eterna sobre las dualidades del carácter humano.

Benito Juárez (1858-1872)

El masón de Guelatao que talló en ley las columnas del Estado laico. Entre invasiones extranjeras y guerras civiles, su mandato fue la manifestación terrenal de los principios masónicos: las Leyes de Reforma como ritual de purificación nacional, la educación pública como llave para liberar conciencias, y su ética personal como ejemplo de que la piedra bruta puede transformarse en símbolo de eternidad.

Sebastián Lerdo de Tejada (1872-1876)

Discípulo fiel de Juárez y masón yorkino, extendió el muro de contención contra los retrocesos conservadores. Con su lema "La Constitución y las Leyes de Reforma", consolidó el ferrocarril y la Suprema Corte, hilvanando con paciencia de orfebre el proyecto de nación moderna que su predecesor había diseñado.

Porfirio Díaz (1876-1911)

El masón que olvidó sus juramentos igualitarios. Bajo su prolongado mandato, México se vistió de progreso material: ferrocarriles, palacios y alumbrado, mientras las logias callaban ante el autoritarismo. Su régimen demostró que los símbolos masónicos pueden vaciarse de contenido cuando el poder absoluto corrompe el equilibrio entre libertad y orden.

Francisco I. Madero (1911-1913)

El iniciado que creyó que las balas podían detenerse con ideales. Su "Sufragio Efectivo, No Reelección" fue un ritual de resurrección democrática, un llamado a las armas espirituales contra la tiranía. Su martirio recordó a todos que la Luz masónica no se enciende en palacios, sino en la conciencia de los pueblos.

Venustiano Carranza (1917-1920)

El masón constituyente que talló en piedra jurídica las demandas de la Revolución. Bajo su liderazgo, la Carta Magna de 1917 se convirtió en el altar donde se consagraron los derechos sociales, el laicismo y la soberanía nacional, uniendo el simbolismo tradicional con las urgencias de una sociedad herida.

Plutarco Elías Calles (1924-1928)

El gran arquitecto del Estado posrevolucionario, masón militante que usó las herramientas del poder para edificar un México anticlerical y centralizado. Su "Ley Calles" y el Maximato reflejaron la paradoja masónica en su máxima expresión: cómo la búsqueda de un ideal puede derivar en nuevo dogmatismo.

Lázaro Cárdenas (1934-1940)

El alquimista que transmutó el nacionalismo en actos eternos. Masón en acción más que en ritual, entregó la tierra al campesino y expropió el petróleo para la nación, demostrando que la fraternidad no es solo palabra en logia, sino siembra de justicia en el surco de la historia.

Miguel Alemán Valdés (1946-1952)

El masón modernizador que cambió rifles por blueprints. Bajo su mandato, la Universidad Nacional y Ciudad Universitaria surgieron como nuevos templos del conocimiento, mientras la industrialización sustituía al caudillismo, escribiendo con cemento y acero el siguiente capítulo del proyecto masónico nacional.

Adolfo López Mateos (1958-1964)

El hermano mayor que extendió la educación laica como pilar del Templo social. Nacionalizó la industria eléctrica, creó los libros de texto gratuitos y mostró que la Luz masónica puede traducirse en derechos concretos: salud para los trabajadores, cultura para el pueblo y soberanía para la patria.