
Masonería Egipcia en México
la Masonería de Menfis -Mizraim: retorno al Nilo interior
La Masonería Universal de Menfis-Mizraim no es una organización, sino un río de conciencia que fluye desde el Egipto primordial hasta el corazón del buscador moderno. Es la tradición iniciática que trabaja con mexicanos serios que anhelan beber de la fuente no contaminada de la Masonería original —aquella que no se conforma con símbolos, sino que exige la transmutación del alma—. Su propósito es despertar la chispa crística en cada adepto, forjando una hermandad que trasciende la sangre para fundirse en una sola familia espiritual, unida por el fuego del mismo anhelo de eternidad.
El Rito Antiguo y Primitivo de Menfis-Mizraim es el árbol genealógico de la sabiduría ocidental, cuyas raíces se hunden en los Misterios de Isis y Osiris y cuyas ramas tocan el cielo de la Alquimia medieval. No es un sistema de grados, sino un viaje a través del Zep Tepi —el Tiempo Primero— donde el hombre deja de ser espectador para convertirse en protagonista de su propia resurrección espiritual. Aquí, la vida espiritual no es un complemento: es el latido central de una existencia reorientada hacia la Luz.
La Tradición Oculta que custodia este Rito no es un archivo de papiros polvorientos, sino un fuego que quema lo ilusorio. Se transmite de hierofante a neófito en una cadena áurea que nunca se rompió —sólo se ocultó en el corazón de los despiertos—. En América, y especialmente en México, esta herencia ha encontrado una tierra fértil donde florecer, adaptándose al genio local sin traicionar su esencia primordial: la búsqueda del hombre auténtico, el que recuerda su origen divino.
La vida del masón menfita es un ritual continuo. Cada acto, cada silencio, cada encuentro es parte de un gran jeroglífico viviente que debe descifrar. Los valores de fraternidad y tolerancia no son virtudes sociales, sino herramientas alquímicas: el cincel que desbasta el ego, el compás que delimita lo sagrado de lo profano. La Logia es el atanor donde se opera la Gran Obra, guiada por las estrellas de la tradición y el aliento de los Maestros Pasados.
Este camino no conoce fronteras de género, raza o credo, porque la chispa divina no tiene nacionalidad. En un mundo ahogado en materialismo, Menfis-Mizraim es un oasis donde el alma sedienta puede beber el agua viva del conocimiento eterno. No es evasión, sino profundización: la existencia cotidiana se vuelve sacra cuando se vive como ceremonia y como taller de emancipación espiritual.
El llamado de este Rito es para los que sienten el eco del Nilo en sus venas, para los que intuyen que bajo las pirámides de piedra hay otras pirámides de conciencia esperando ser ascendidas. Quien cruce este umbral no aprenderá doctrinas: encarnará el Misterio. Y descubrirá, al final del viaje, que la Masonería genuina no era una búsqueda, sino un reencuentro con lo que siempre fue.