La doble vida del rito escocés: una historia de irregularidades

25.11.2025

El siglo XVIII: los cimientos sin patente

La fundación sin legitimidad de 1717
La creación de la Gran Logia de Londres en 1717 representa el primer acto de irregularidad documentado en la masonería especulativa moderna. Cuatro logias londinenses, sin autorización superior ni patente alguna, se atribuyeron la facultad de crear una obediencia soberana. Este hecho fundamental demuestra que la masonería anglosajona nace de una auto-proclamación, no de una transmisión regular de autoridad.

La rebelión de los antiguos
La formación de la Gran Logia de los Antiguos en 1751, lejos de ser un regreso a la ortodoxia, constituye un segundo acto de irregularidad. Estos masones, alegando poseer tradiciones más auténticas, en realidad estaban creando una organización paralela sin más autoridad que su propia voluntad. El Rito de los Antiguos, Libres y Aceptados Masones se establece así sobre bases tan irregulares como las de sus predecesores.

La transmisión transatlántica
Cuando estos sistemas llegaron a las colonias americanas, llevaban consigo la irregularidad original. Las logias estadounidenses se fundaron sin patentes válidas o mediante auto-iniciaciones, replicando el modelo de auto-proclamación que caracterizó los orígenes británicos.

El siglo XIX: la hipocresía de la regularidad

El mito de Charleston
La fundación del Supremo Consejo de Charleston en 1801 pretendió establecer una continuidad que nunca existió. Basándose en las Constituciones de 1762 -documento de autenticidad cuestionable- intentó crear una línea de autoridad inexistente. El REAA nace así como un intento de regularizar lo irregular, de dar pedigrí a lo que carecía de linaje claro.

La innovación francesa
La creación del REAA francés en 1804 simplemente repitió el patrón original: la auto-proclamación. Alexandre de Grasse-Tilly, actuando sin autorización clara del Supremo Consejo de Charleston, estableció una obediencia que adaptó el rito a su contexto cultural. Si esto es irregular, lo es en el mismo sentido que todos los actos fundacionales masónicos.

La gran ironía de 1813
La unificación de las dos Grandes Logias británicas en 1813 para formar la GLUI representa la culminación de esta paradoja. Dos organizaciones que se habían acusado mutuamente de irregularidad durante décadas decidieron fusionarse y declararse custodias de la regularidad universal. Este acto político fue presentado como una restauración de la ortodoxia, cuando en realidad era la consolidación de una nueva entidad sin mayores derechos históricos que los que condenaba.

El desarrollo paralelo
Mientras el REAA angloamericano se alineaba con los intereses del imperialismo británico y el expansionismo estadounidense, el REAA francés desarrollaba su propio camino. Ambos eran igualmente irregulares en sus orígenes, pero sólo uno sería condenado por ello.

Conclusión: el espejo roto
La historia masónica demuestra que no existen fundaciones regulares, sino sólo fundaciones exitosas. La GLUI y el REAA estadounidense triunfaron no porque tuvieran mejores títulos de regularidad, sino porque supieron imponer su narrativa. En el telón de fondo tenemos al Imperio Británico con quien en ese momento todos querían hacer negocios y tener buenas relaciones: su Masonería igualmente era estratégica para penetración mutua de relaciones comerciales, políticas y sociales. Luego ocurre lo mismo con la Masonería de los Estados Unidos que pasó la frontera hacia el sur permeando a las repúblicas americanas (de lo cual hablaremos luego, específicamente de la evolución del REAA y sus herencias).

La acusación de irregularidad contra el REAA francés es particularmente cínica cuando quien la formula carece de mejores credenciales fundacionales. Todos los sistemas masónicos modernos descienden de actos de auto-proclamación y de ruptura con las tradiciones anteriores.

La verdadera regularidad en la Masonería podría no existir, o bien residir en otra parte completamente distinta: en la fidelidad a los principios iniciáticos originales, no en las estructuras organizativas. Mientras, la Masonería anglosajona discute sobre jurisdicciones y landmarks, podría haber perdido lo esencial: la transmisión viva de una experiencia transformativa con un sistema que permanece indiferente a la Masonería continental europea en donde algunas de sus instituciones rescatan el legado verdaderamente iniciático rechazando de plano la politiquería que destruyó los postulados alquímicos de su esencia ancestral.